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viernes, 17 de agosto de 2012

Estela galáctica

Hay campos perfumados a miel que solo existen en el territorio del deseo, cuya flamante estela solo es elevada al máximo esplendor por el brillo de la acuarela salpicante que inunda las cortinas del amor.
Enigmática es la que nunca envejece y permanece intacta al filo de las ganas. Esa es la flor, que en una noche galáctica, el niño Principito dio su aliento con la promesa de regresar.

Pronto llegará el día en que los tiempos transcurran menos rápido para apreciar una coloración armónica con la madre Tierra, la misma que ya tiene centenares de calendarios enferma.
"Felices" y perturbados son los trotamundos que se orientan por las manecillas del reloj. Pobre del que finge vivir mucho y se intoxica con sandeces.

 Antes  de la estela galáctica que nos arropa se encuentra también un cielo infinito de posibilidades. Algunos filósofos y poetas hablan de las mil y un puertas que se acompañan por los cerrojos indicados. Esperar a que se abran es una opción, pero otros tantos osados aventureros, quienes observaron cuidadosamente tras las rendijas y probaron todo tipo de acción, dicen que parece tratarse de una simple combinación de encuadres para ver detrás de ellas y así poder entrar en la particular galaxia.


Autora: América Parés. F.


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