por: América Parés F.
Oigo decir, entre quejas y reclamos efervescentes, que continúan las guerras, que se acabó el respeto, que la vida no vale nada; que el dinero ya no alcanza, que no conseguimos alimento. Que nos quedemos sin agua, que no hay electricidad, que la inseguridad nos arropa… que la justicia no llega.
Pero es
muy sencillo andar por la vida señalando las culpas y no asumir las pequeñas, medianas y
grandes responsabilidades. Y aunque difícil parezca, no es una
tarea imposible, se trata de saber enfrentarlas con todo lo que eso traiga
consigo.
Hoy
el Zulia tiene la más importante y sentida lucha ambiental y social contra la
Carboeléctrica, la cual se pretende habilitar en medio del Río Socuy, utilizando
carbón del Guasare como combustible fósil para generar los megavatios
de energía que se requieren, en vista de la grosera demanda que exige la
sociedad –todo esto según los planes presentados por entes gubernamentales de
la región-.
Sin embargo, de llegar a instaurarse esta bomba de tiempo, traerá profundas e
irreparables secuelas con el desplazamiento y el posible exterminio de las
comunidades indígenas de la localidad que se resistan, así como la desaparición
forzada de la biodiversidad por las devastadoras extracciones de suelo y la
grave contaminación de las aguas que son de consumo humano y que están
depositadas en Manuelote y Tulé. ¿Eso te suena familiar?
No existe justificación alguna,
más allá de intereses mezquinos y económicos, para que la minería del carbón sea más importante
que evitar a toda costa los daños ambientales y mantener a salvo el patrimonio de
nuestras etnias ancestrales.
Cuando
se supo del atentado donde perdió la vida el Cacique Yukpa Sabino Romero, sentí
que la Tierra también lo lloró. Hoy la resistencia de Sabino lleva impregnado
el trazo del carbón que pretende arrastrar a la muerte a cientos de miles de
especies vegetales, animales y humanas.
La
CRISIS
La
Tierra, nuestra más perfecta y equilibrada superficie, es el espacio con autenticas
garantías que tenemos para sobrevivir. Hoy ella implosiona desde
sus ardientes venas al atravesar sus mares y océanos; agita sus fuertes vientos
para limpiar el enorme descontrol que contamina el flujo en sus cielos y se
abre paso desde sus capas tectónicas para reordenar lo que
le han quitado.
No conforme con ello, hoy también la Tierra explota. Explota de
ira y pesar de madre cuando los bosques son víctimas del ecocidio, cuando su
biodiversidad agoniza y se extingue, cuando dejan morir sus lagos, ríos y mares.
Sigue así su pesar cuando explota de desconsuelo profundo al sentir que extraen
sus recursos naturales y no se escatima el mismo esfuerzo para ayudarla a
renovarse y poder descansar.
Cuando
se trata de la Tierra la crisis es de todos (as).
La
actividad minera del carbón también es un estado de crisis. Es nuestra crisis
en el Zulia. ¡ALTO CON LA CARBOELÉCTRICA! Más agua, más vida, más Sierra de
Perijá. ¡Otras formas de energía son posibles sin contaminar al ambiente y sus
pueblos!
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