@americapares
Cuando cortar y pegar ya no es la única forma de engañar.
La
gran avalancha de Internet ha logrado romper con las distancias y los problemas
de comunicación. Desde hace poco más de cinco años las redes sociales han
causado gran impacto en el mundo, entre ellas, "Hi5”, “My Space”, “Facebook"
y “Twitter”. Estas dos últimas han logrado obtener un alto índice de aceptación
hasta convertirse en las dos grandes redes sociales más importantes de los
últimos tiempos, bridando a la sociedad nuevas vías y maneras de comunicación.
Las grandes empresas del mundo y del mercadeo
ya distinguen el poder de estas plataformas, y que gracias a sus variados
servicios con contenidos gratuitos para los usuarios, las hace aun más
atractivas. Pese a esto, no hay una gran ventaja con respecto a la
seguridad de las identidades; lo que comúnmente conocemos como “robo de
identidad”, en estos ámbitos se conoce como “falsos perfiles”, lo cual nos
conduce a un plagio digital.
Ahondando
en este mundo de la web, con
constante afluencia de público, la búsqueda de investigaciones que tengan
relación con está área no es tan sencilla. Básicamente, no existen
investigaciones científicas que arrojen como resultado este tipo de plagios en
redes sociales, más específicamente en el Twitter. Lo que implica que existe
una brecha vulnerable a las miles de
“trampas” que nos podrían hacer perder espacio de nuestra privacidad.
El
plagio de identidad se vincula con el delito.
Las normativas éticas de toda sociedad lo sugieren como un acto amoral que rompe con la armonía
de lo cotidiano, pero que a su vez alimenta toda una serie de actividades
ilícitas que podrían desencadenar otros de mayor escala, perjudiciales para
cualquiera que se vea envuelto con él.
Nunca
antes fue tan fácil robar una identidad como ahora con las redes sociales, tras
algunas denuncias y demandas, sus creadores han hecho grandes esfuerzos por mejorar
sus sistemas de seguridad. Son variadas las cuentas de blogs que reseñan numerosos episodios de plagios de identidad en
las cuentas de Twitter que -con mayor frecuencia- son de artistas, figuras
públicas de alto renombre o popularidad.
¿Quién
es quién? ¿Cómo se identifica a las personas detrás de estas falsas
identidades? Esta huella crítica ronda sobre las redes sociales, para algunos
casos se han vuelto casi imperceptible por la gran cantidad de cuentas asociadas
en Twitter. Basta con teclear alguna palabra o nombre en la barra de buscador
que ofrece esta red y nos podremos dar cuenta de las similitudes o plagios en
cuanto a nombre y/o contenido.
¿Aumentan los usurpadores de identidad?
Ejemplo de ello es lo ocurrido con las cuentas de
algunos personajes políticos venezolanos, como es el caso de los excandidatos de
la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) quienes en el trayecto hacia las
Elecciones Primarias del 12 de febrero de 2012, utilizaron el Twitter como
herramienta para difundir sus opiniones y hacer campaña política. Alrededor de
ellos se tejieron varios casos de falsos perfiles.
Quien busca cometer estos actos que parecen
inofensivos son mayormente personas que destinan su tiempo en dañar y
desvirtuar las identidades del individuo. Estos hackers
de la red se infiltran en el sistema para obtener la mayor cantidad de datos e
información que les permita la copia de los rasgos más característicos y entre
ello se encuentra la usurpación del nombre, fotografías y contenido que
involucre al individuo en cuestión y dejar al desnudo su identidad.
Hasta
el propio Ex-Presidente de la República, Hugo Chávez, fue plagiado en su cuenta
de Twitter por individuos que emplean una versión muy cercana con su nombre para
crear cuentas que, en poco tiempo, logaran la captación del público que no están
familiarizados y son objeto del engaño. En la brevedad que se supo de esto
quedaría desmentido por el mismo Gobierno a modo de denuncia pública, sin
embargo, aún persisten en la red social cuentas clandestinas.
Resulta
ser un fracaso que las redes sociales también se llenen de contenido plagiado,
ya que para la investigación se hace un proceso más cuesta arriba y lleno de
datos imprecisos o poco confiables. Los grandes sondeos que pudieran realizarse
a través de estas redes quedarían a merced de una buena comunicación para que
no se desvié el cometido, y para que los resultados fuesen lo más cercanos a la
realidad.
¿Son
entonces responsables estas redes del posible plagio que se pueda cometer en
ellas? Cada sistema de gran magnitud como Twitter y Facebook es un ente donde
tienen sus fallas y son objeto de constantes amenazas a la privacidad, si bien
ellos son quienes deben poner en marcha una serie de requisitos mínimos para
preservar la identidad de sus usuarios, son los propios usuarios quienes deben
ser conscientes de lo que en ellas se difunde y el contenido que se deja ver al
público.
Supervisar
esta gran red es algo maratónico, pero necesario. Muchas de estas figuras o
personajes públicos han tenido que desmentir públicamente el delito del plagio
de su propia identidad. Dejando por sentado que no son ellos quienes manejan de
primera mano esas cuentas y que lo que se dice allí no pertenece a su autoría.
El
plagio a la identidad en redes sociales engrana en uno de los problemas más
frecuentes de su estilo. No obstante, la mayoría de estos personeros encargados
de imitar no solo buscan el daño o el beneficio, sino que se alimentan del gran
poder que da el hecho de estar –por un tiempo- relacionado con la vida de esa
persona. Lo que también podría acarrearle una ganancia gracias a este acto
delictivo, o por el contrario, llevarse una merecida demanda que le costaría
más del tiempo que le tomo plagiar dicha cuenta.
Cada
día se gana terreno en las novedades de la red, una suerte de instantaneidad
nos da acceso a miles de lugares en todo el mundo; información que va y viene
sin parar. Las leyes para Internet –por ahora- no son tan duras y es todavía
visible que se carece de reglas, pero en este punto también se contrapone el
tema de la libertad de expresión y de información. Y su vez entre ellos convive
el derecho a la legítima identidad.
Algunos
intentos se han hecho en contra del plagio en Internet, la polémica Ley Stop Online Piracy Act (Acta
de Cese a la Piratería en Línea) en sus siglas SOPA, impulsada por los
Estados Unidos en octubre de 2011, fue una de las más tremidas medidas regulatorias
que echaría por tierra a los plagiadores de identidad y de contenidos no
autorizados. Sin embargo, de tras de ello se escondía una gran fuerza que
vendría a privatizar todo cuanto se conociera en el mundo cibernético.
Adaptarse
a este tipo de regulaciones no es tan simple como muchos quisieran ver, cada
uno lleva consigo una necesidad de limitar lo que se ve y escucha en esta gran
autopista comunicacional como lo es Internet. Por ello, el plagio seguirá
afectando a las investigaciones en el campo de las redes sociales por ser de
fácil ejecución. ¿Serán cada vez más y mejores los controles de seguridad? A
favor de eso están algunos quienes hacen del Twitter un modo de vida para
relacionarse, y como potencial negocio.
Con
o sin intención cada vez que se hace uso de algo ajeno a nuestra autoría y no
se hace referencia de la fuente que se haya tomado hablamos de plagio. Hacer
referencia del contenido, sobre todo en el caso de redes sociales, permite que
se haga una visión más transparente de lo que se difunde y se redirige el tema
con más credibilidad.
Educar
a los usuarios es fundamental, por ello es oportuno que se investiguen los
hechos en el campo de las redes sociales para no caer en la ignorancia e
ingenuidad de las malas jugadas que algunos personeros de la red tratan de
disfrazar. Hacer este trabajo de investigación científica nos permitiría estar
alertas de la sombra de un plagio por falsos perfiles en la red, que solo contribuyen
al desgaste moral de la sociedad, y nos orienta negativamente en el mal uso de
este tipo de herramientas tan poderosas.
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