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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Los perfectos imperfectos 

Puede que recapitular el último trazo de vida dejara huellas frescas en la memoria. Pero en mi caso ya es una tarea recurrente y necesaria para drenar en aquellos momentos cuando la ciudad se convierte en el aborrecible sistema autómata; circunstancialmente envuelta en pánico, cargada de todo tipo de olores, y sentires. Así es como por efecto Déjà vu parece prepararse un futuro incierto con la persona "X" a la que creemos ideal, aunque no siempre termine siendo fantástico, y será ese el instante indicado donde nos aventuraremos con ansias en el episodio repleto de anécdotas, el cual titularemos con nombres de los que hoy solo guardamos las cenizas.

 El archivo memorial se llena y se actualiza en tiempos diversos, pero basta que un papel se atasque entre las gavetas del corazón para que se nos estanque el mundo y comencemos a sentir los imperfectos. ¿Serán esos, los perfectos imperfectos, quienes saldrán de los gaveteros para alistarse en los campos del olvido con rumbo al exilio perenne? La verdad es que casi nunca tenemos la respuesta a esa inquietud. La relatividad de la vida y las constantes de cambio nos han demostrado que las decisiones más acertadas no siempre las impone la cruda realidad, sino la voluntad con que estemos dispuestos a enfrentar el acontecer diario.  En compañía o en solitario.

En un mundo de perfectos imperfectos, indefensos e indomables, hay que darle paso a los reconocimientos del universo en querer ser  nuestro guía, aprender de las tormentas que arrastran nuestras lágrimas en búsqueda de respuestas y doblar la esquina para encontrar nuevas calles, caminos y puentes que nos hagan vivir otro trayecto al que pronto volveremos a recapitular para efectos de un nuevo sentir. La memoria puede ser frágil, se recomienda darle uso al retrovisor  y no desmayar los recuerdos que aun permanecen nítidos.



Autora: América Parés F.

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