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miércoles, 3 de julio de 2013

Derecho a una identidad y a elegir

por: América Parés F. 

Cuando las elecciones de vida tropiezan con los retos de identidad...

Algo en mí no es igual a los demás”. Quizás esta frase pueda tomarse como el grito interno de resignación o el llamado razonable de la conciencia, pero también pudiera ser visto como la causa de grandes acumulaciones de rabia e ira; y es que en el caso de los jóvenes, expresiones como estas pueden relacionarse a un descontento por algo más complejo que una simple situación cotidiana. 

     Cuando se habla de la construcción de una identidad es importante evaluar el entorno. Es un hecho comprobado que entre la infancia y la juventud se tiende a ser receptores con más facilidad de todo tipo de mensajes, mayoritariamente llevados por una corriente que potencia las ganas de querer experimenta la vida, y eso  de cierto modo no está mal. Sin embargo, cuando llega la etapa afectiva puede que  las cosas se tornen confusas.

      En la década de los 80 y 90 ya se hablaba de la diversidad como una condición que va más allá de las normas heterosexuales impuestas por una cultura y una marcada religión. Muchas veces, nos convertimos en cómplices silentes de la discriminación, ya sea entre bromas o conversaciones que encierran un gran desprecio y degradación hacia aquel o aquella que es "distinto" a nosotros, lo cual va reforzando esos estereotipos de exclusión que dictan algunos grupos sociales. Del mismo modo, en muchos casos se tiende a ser cómplice al ver con ligereza la vulneración de los derechos humanos.

     Cuando los jóvenes toman rumbos identitarios contrarios a los moralmente aceptables, esto puede producir un enfrentamiento ligado a la desaprobación de los padres, maltrato familiar de tipo verbal y en casos extremos el maltrato físico.

     ¡ENTÉRATE! La Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo dependiente de la ONU y máxima autoridad mundial en materia de medicina, hace décadas que dejó claro que ser gay no es una enfermedad.

     Según una publicación realizada en el portal digital de la Oficina de Salud de las Minorías, filial del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU, en el año 2010, un equipo de la Universidad de Illinois en Chicago, llevó a cabo una serie de entrevistas psiquiátricas con 246 jóvenes étnicamente diversos, cuyas edades comprendían entre los 16 y 20 años, con el propósito de evaluarlos por depresión mayor, trastorno por estrés postraumático (TEPT),  trastorno de la conducta e intentos de suicidio.

     Este mismo informe divulgado en la red, señala que alrededor del 70 por ciento de los jóvenes no cumplían con los criterios de ningún trastorno mental, pero 15 por ciento cumplía con los criterios de depresión mayor y casi 10 por ciento cumplía los criterios del TEPT. El estudio encontró que un tercio de estos jóvenes habían intentado suicidarse en algún momento de sus vidas, y seis por ciento había intentado suicidarse en el año anterior. 

     "Uno de los hallazgos más importantes de nuestro trabajo es que a la mayoría de estos jóvenes les va muy bien y no experimenta problemas de salud mental", asegura en un comunicado de prensa el doctor Brian Mustanski, autor del estudio y profesor asistente de Psiquiatría.

     "La gran pregunta es si estos jóvenes son más propensos a tener trastornos mentales que otros niños. Y la respuesta es que realmente depende de con quién se les compare", concluyó Mustanski en el estudio publicado en la edición impresa de diciembre del año 2010 en la revista American Journal of Public Health.

     Lo importante es saber que, en definitiva, no se trata de una enfermedad mental; psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud mental, concuerdan en que el hecho de tener una preferencia u orientación sexual gay no es una enfermedad, un trastorno mental ni un problema emocional. Más de 35 años de investigación científica han demostrado que la homosexualidad, en sí misma, no se asocia con ninguno de estos conceptos.

     La diversidad sexual como manifestación expresiva en la particularidad de un individuo no deber cercenarse. Es un derecho al libre desarrollo de la personalidad, creencia e ideología. 

      ¿Hay un trabajo ya? Sí lo hay, pero todavía faltan grandes trechos y parte de eso depende de los gobiernos y de sus legislaciones para que permitan los cambios. El movimiento social LGBTTI a favor del reconocimiento de los derechos de todas las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales, en los últimos 25 años ha logrado posicionar con buen pie la lucha permanente de los derechos sexuales como uno de los nuevos temas de derechos humanos, según lo detalla el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

     La lucha sigue siendo por el reconocimiento y el respeto, por la no invisibilización,  por una legislación acorde con los nuevos tiempos y a estas comunidades que forman parte de nuestras particularidades sociedades.

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