por: América Parés F.
Al compás de la movida
estudiantil y academicista, hoy
en Venezuela la preocupación de algunos y la ocupación de otros es una
vertiente del tema de las mejoras salariales. Y
es que indiscutiblemente, a poco más de dos meses de la
elección presidencial y la juramentación del actual Presidente Nicolás Maduro, el ambiente puede
verse reactivo y conspirativo. Y
no lo digo al azar, hablo con responsabilidad sobre el reaccionar político que
flota en el ambiente.
Se nos presenta hoy una “insurrección” en uno de los cinco países que
posee actualmente una de las tasas más altas en cuanto a matrícula
universitaria se refiere, y que desde
el año 1999 ha ratificado su compromiso con la educación como derecho humano, reflejándose así en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual, como en ninguna
otra, garantiza los derechos educativos y
expresar que su impartida en las instituciones del Estado es gratuita, desde el nivel
maternal hasta el pregrado universitario.
¡Vaya
privilegio este! Nuestros hermanos y compañeros chilenos, colombianos y
mexicanos ya podrán imaginarse lo que significa esto en pleno escenario
mundial, donde en sus propios
gobiernos han hecho desmanes con la educación universitaria para continuar privatizándola, y ni
hablar de aquellos gobiernos europeos o estadounidenses que no dan la
cara por sus pueblos, pero sí intentan
justificar lo injustificable, tratando de salvar bancos por encima de la salud
y la educación.
Tal
parece que atreverse a decir que "se socavaron las arcas", "se desviaron los
fondos" o que "los presupuestos fueron mal empleados" es una insolencia de
primera. Pero, insolencia o
no, hay que decirlo, pues es así como por sobre toda una comunidad
universitaria se han aglutinado una serie de medidas con más desaciertos que
aciertos. Entre huelgas y
concentraciones unos exigen “Aumento justo ¡YA!”, otros solamente “¡No más
paro. Clases YA!” ; y unos más “Intervención”.
Cortesía: diario Panorama
En el Alma Mater de la Universidad del Zulia, una de las
instituciones con mayor peso educativo en Venezuela, el selecto grupo de
autoridades que la componen se
levanta de su cúspide para señalar al Estado de todos los reclamos que viene
exigiendo su propia comunidad universitaria, en cuanto a presupuestos y
salarios.
No obstante, son estas mismas autoridades quienes no terminan de dar
memoria y cuenta de los recursos recibidos y encasillan el asunto sin asumir la
responsabilidad que poseen en temas
perfectamente verificables, como por ejemplo, las tristes y sombrías obras
inconclusas que adornan como cementerio a la ciudad universitaria.
Por un lado, la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de
Venezuela (Fapuv) convoca asambleas donde últimamente –por no decir únicamente-
se discute sobre los sueldos y dejan engavetados problemas como los contenidos
o mallas curriculares. Mientras que por el otro lado, sólo la Federación
Nacional de Sindicatos de Profesores de Educación Superior de Venezuela
(Fenasinpres) rechaza la medida de “cese de actividades académicas”. La Fapuv ni por LUZ, Apuz, han
participado en las mesas de diálogo, ya que sólo estuvieron como observadores y al considerar una burla la propuesta de aumento salarial se retiraron.
Los
estudiantes conscientes jamás hemos estado en desacuerdo con que los profesores
universitarios (los responsables y calificados) perciban salarios justos, al
igual que el resto del personal, todo lo contrario, estamos completamente a
favor. Lo que nos parece
errado son ciertas medidas como las “huelgas de hambre” o cocerse los labios,
porque sabemos bien que eso atenta contra la vida humana y no lleva al diálogo.
El
Ministerio para la Educación Universitaria (MPPEU) ha dispuesto mesas de
trabajo, pero mientras esos
acuerdos se logran unos cuantos buscan una orientación distinta al tema educativo,
apuntando a lo mediático para emprender medidas más “radicales”. Sería propicio que se haga una
revisión de nóminas y contratos, que se detallen los procesos para los cupos en
carreras como Medicina, por ejemplo; examinar -con carpetas y facturas en mano-
lo qué se hace o deja de hacer con el presupuesto; así como conocer los
procedimientos reales para quien aspira a un cargo como docente.
Pongamos los puntos sobre las íes. Vayamos a una intervención
exhaustiva que constate la situación de fondo y se puedan aplicar los
correctivos adecuados. Por
años las autoridades se han valido de la autonomía y ahora el tema llega a su
tope al más puro estilo de las agendas programadas de
desestabilización psicosocial. Ahora más que nunca estas matrices del
conflicto tienen un trasfondo que se disputa entre la política central y los
intereses particulares.
¿Pensar en sumar huelguistas? Sumemos,
escojamos y materialicemos buenas ideas, que
contengan soluciones tangibles y
sean acertadas para la mayoría. Sin exclusión
ni politiquerías que sólo nos ahogan en expedientes oscuros.